Es un momento de crisis y de transición este primer cuarto del siglo XXI, tanto desde la perspectiva internacional como europea. Aunque hay que matizar que fenómenos como los señalados no han sido negativos para la integración, pues han llevado a hacer de la necesidad virtud, siendo factores más cohesivos que divisivos. Incluso el Brexit no ha sido negativo.
En todo caso este cúmulo de circunstancias plantea la cuestión de si deben ser afrontadas con más o con menos Europa. Esta revista y el conjunto de los autores que aquí escriben consideran que la respuesta a los principales retos económicos, políticos y sociales actuales pasan por que la Unión Europea se fortalezca como un instrumento útil para el progreso de los pueblos de Europa.
Enrique Barón, Antiguo Ministro y Antiguo Presidente del Parlamento europeo ha coordinado la confección de este número que creemos que pone sobre el tapete no todas, pues eso sería imposible, pero sí la mayor parte de las cuestiones que se plantean para el futuro de Europa. Y ello es particularmente interesante cuando España se prepara para asumir la presidencia de la Unión Europea en el próximo mes de julio.
Muchas ponencias traslucen el deseo de ir hacia la soberanía europea, y en verdad, lo que ponen de relieve es la necesidad de no depender de terceros en cuestiones esen-ciales, tales como la seguridad, la energía o los alimentos, lo que nos hace vulnerables. Ese deseo de independencia de terceros ha surgido ante algunas debilidades en la pandemia o en la guerra de Ucrania, que no fueron previstas suficientemente en el pasado. Pero más vale tarde que nunca. Además, la construcción europea supone integrar a muchos Estados por lo que es una obra lenta y progresiva, que no tiene parangón en otras regiones, lo que evidencia la dificultad del reto.
El futuro de Europa está abierto y este número pone de relieve elementos que deben presidir tanto la reflexión como la acción. El profesor Francisco Aldecoa, catedrático de la UCM y Presidente del Movimiento europeo, antiguo director de Tiempo de Paz, hace una amplia e interesante reflexión sobre los factores que condicionan el futuro de Europa y sobre las perspectivas de este nuevo ciclo político. Nos muestra los avances que han venido de la mano de la pandemia -como mancomunar la deuda pública europea, o la compra de material sanitario- que evidencian lo que califica de solidaridad federal. Así mismo, analiza las negociaciones de la conferencia, las propuestas de reforma de los tratados, o las consecuencias de la agresión rusa en la construcción europea.
El eurodiputado español Domènec Ruiz Devesa y Alejandro Peinado, del Parlamento Europeo, reflexionan sobre el papel que puede desempeñar la presidencia española de la UE en 2023 como momento en el que se pueden dar pasos federalizantes como serían avances en áreas como la unión sanitaria, financiera, energética, migratoria, social y de defensa. Avanzar en la senda federalista europea supone dar amplios pasos en estas materias, muchas de los cuales son objeto de posteriores análisis más detallados en este mismo número.
Algunas políticas que debieran avanzarse son objeto de excelentes análisis precisos. En materia migratoria, Anna Terrón, Directora de FIIAP, analiza el desarrollo de la Agenda de Tampere, tanto en sus logros como en sus escollos y muestra la necesidad de reorientar la situación en temas como el asilo, donde la transposición de reglamentos y directivas sigue produciendo tantos subsistemas como Estados miembros tiene la Unión, habiendo tantas distintas velocidades en migraciones como políticas nacionales. De tal modo que la libre circulación no ha sido una fuerza motriz suficiente como para impulsar el Espacio de libertad, seguridad y justicia, en un ambiente tóxico sobre las cuestiones migratorias en el que España debería potenciar un nuevo impulso hacia un nuevo pacto migratorio.
Del mismo, modo el eurodiputado Jonás Fernández aboga por la necesidad de un salto trascendental en la Unión Económica y monetaria, en un momento clave en la evolución de la misma, tomando como palanca de impulso los planes Next Generation -para que no sean únicamente algo transitorio, e impulsando la Unión fiscal, que recuerda hizo fracasar la respuesta a la crisis financiera de 2008.
Otro elemento a considerar es la potenciación de la Unión Europea como actor global y factor de paz, que analiza Benedikta von Seher-Thoss, directora general de política común de seguridad y defensa de la Unión Europea, que considera que hay que reforzar esta dimensión y cumplir la brújula estratégica, junto a otras que fortalezcan la seguridad y la defensa europeas frente a las viejas y las nuevas amenazas, del mismo modo que posibiliten que la UE sigan defendiendo valores y principios universales en un mundo cada vez más inestable, así como las reglas del orden internacional.
En un plano similar, Enrique Gomáriz, asimismo antiguo director de Tiempo de Paz, aborda la cuestión del lugar de la OSCE en el diseño post-guerra de Ucrania. En su opinión el “reto estratégico consiste en mejorar de forma consistente la capacidad de defensa disuasoria de la Unión Europea, sin dejar de ser un poder normativo, que impulsa la paz y la seguridad del continente y el resto del mundo, evitando incorporar a la Unión Europea a la carrera hegemónica protagonizada por las otras potencias militares”, por lo que resulta “indispensable recuperar el debate sobre un sistema paneuropeo de paz y seguridad”.
Este loable deseo no aparece sin embargo en la propuesta que hizo el presidente alemán, Scholz, que en respuesta al presidente Macron hizo en un discurso en la Universidad de Praga, analizado por Ernst Stetter, antiguo secretario general de la Fundación europea de estudios presupuestarios. El presidente alemán considera que es necesario reforzar la soberanía europea para hacer frente a las exigencias del siglo XXI, lo que debe hacerse mediante el impulso a una Europa geopolítica que incluya a los Balcanes, a Ucrania, Moldavia y Georgia, así como otras líneas de acción. Esta visión de Europa ante un cambio de época que se refleja en el ataque a Ucrania no cuenta, sin embargo, con el consenso europeo ni, por el momento con el respaldo del eje franco-alemán, que fue el poderoso motor europeo en el pasado.
En este número Stephen Hughes, antiguo miembro del Parlamento Europeo, plantea la posibilidad de reversión del Brexit, aunque la ve lejana y que sólo podría producirse si concurre el deseo de la población británica, un gobierno que la busque y la aceptación por los Estados miembros. Según su opinión, esto sólo puede significar una cuestión de tiempo para que se alcance.
Asimismo, Mónica Baldi, vicepresidenta de la asociación de antiguos diputados del Parlamento Europeo y vicepresidenta de Ars Pace, analiza el cada vez más relevante papel estratégico de la diplomacia cultural.
Por su parte Antxon Olabe, economista ambiental, analiza cómo ha colapsado el modelo energético basado en gran parte en la dependencia de Rusia, y cómo se está construyendo un nuevo sistema que busca avanzar hacia la autosuficiencia energética, asegurando los suministros. En esta transición energética. Indica, el papel de España puede ser relevante en la capitalización tecnológica e industrial asociada a ella. Porque, señala también, la UE debe continuar liderando la acción climática mundial como ha hecho hasta ahora.
Cristina Gallach, Comisionada especial para la Alianza por la Nueva economía de la Lengua, que dirige un Perte creado para potenciar el español y las lenguas cooficiales como factor de crecimiento económico y de competitividad internacional en aras de la inteligencia artificial, la ciencia, la educación y la cultura. Explica cómo van a distribuirse los Fondos Next Generation de cara a ese necesario desarrollo en especial del mundo de la tecnología punta y de la energía verde.
La necesidad de la actualización de la reforma sanitaria que aborda Rafael Bengoa, ex director de sistemas de salud de la OMS, pone de relieve que España tiene un problema especial con la longevidad, al que no se le ha dado respuesta suficiente desde el ámbito político, y sobre el que habría que dar un giro importante.
Del mismo modo Carlos Susias y el Equipo EAPN-Es, aborda la necesidad de mayores políticas redistributivas y de justicia social para hacer frente a la pobreza y la exclusión social, que no son precisamente cuestiones marginales en Europa, sino altas y constantes, lo que indica causas estructurales.
Otras políticas que la presidencia española debería tener en especial consideración son la digital, que analiza Ana Caballero, Vicepresidenta de la Asociación europea para la transición digital, nos muestra la necesidad de conseguir la soberanía digital para Europa, bajo los valores y principios elegidos. Y el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia debe servir para ello.
El profesor Héctor Casanueva, Vicepresidente del Foro Académico AlC-UE, reflexiona cómo deben cambiar las relaciones estratégico-políticas de la UE con los países, tan diferentes entre sí, del Sur Global. La estrategia de alianzas requiere compartir intereses con países con los que tiene especial relación, entre ellos, muchos del Sur Global.
En definitiva, estamos ante un número repleto de interesantes análisis abiertos que permiten ver los desafíos más importantes y difíciles de la Europa del siglo XXI, en unas páginas llenas de sugerencias para la historia que se irá escribiendo durante los próximos años.