En este número de la revista se afronta La democracia liberal que entró en una crisis en el periodo de entreguerras, lo que hizo que el fascismo alemán o italiano tomasen auge y llevasen, junto a una polarización global, a la Guerra civil española y a la Segunda guerra mundial, es decir, a que se incendiase la convivencia universalmente, rompiéndose la paz. El mundo de la Sociedad de Naciones, en Ginebra siguió funcionando con un hálito de vida, pero se había visto desbordado por los extremismos. Como dijera Azaña, la Sociedad de Naciones quedó narcotizada.
Hoy en día, Naciones Unidas y la comunidad internacional están en parte bloqueados por una fragmentación y por una polarización que no predice nada bueno, de seguir así las cosas. Conflictos, polarización política en muchos países y auge de movimientos populistas por doquier y, en particular, de extrema derecha tanto en Europa como en otros continentes. Todo ello exige reflexionar sobre este fenómeno mundial.